La alimentación ecológica se presenta como la única opción posible para garantizar un futuro sostenible para la humanidad. La alimentación ecológica fomenta la salud, promueve prácticas agrícolas sostenibles, frena los efectos del cambio climático y apoya a los pequeños ganaderos y agricultores.
Por esa razón cada vez son más las personas que han dado el paso de introducir los alimentos ecológicos en su dieta y apuestan por una alimentación sana y equilibrada. Sin embargo, al mismo tiempo la carne sintética también se está abriendo paso gracias a las inversiones millonarias de grandes corporaciones.
Lo que comemos nos hace más sanos
La alimentación ecológica conlleva una serie de beneficios significativos para la salud humana y el medio ambiente. En primer lugar, los alimentos ecológicos están libres de pesticidas, herbicidas y otros productos químicos nocivos, lo que anula la exposición a sustancias tóxicas y ayuda a prevenir enfermedades relacionadas con estos compuestos.
Además, los alimentos ecológicos son más ricos en nutrientes, ya que se cultivan en suelos que se han mantenido saludables y ricos en minerales durante más tiempo. Estos alimentos ofrecen un mayor contenido de vitaminas, minerales y antioxidantes, contribuyendo así a una dieta más equilibrada y beneficiosa para el cuerpo humano.
Desde el punto de vista medioambiental, la agricultura ecológica promueve la biodiversidad y conserva los recursos naturales. Al evitar el uso de productos químicos sintéticos, se preserva la calidad del suelo y del agua, asegurando así un entorno más saludable para las plantas, los animales y los seres humanos. Además, al adoptar prácticas agrícolas sostenibles, se reduce la contaminación y se contribuye a la lucha contra el cambio climático.
En última instancia, la alimentación ecológica no solo mejora nuestra salud individual, sino que también desempeña un papel crucial en la protección a largo plazo de nuestro planeta y de las generaciones futuras.
La carne sintética ni es sana, ni es segura ni es sostenible
La carne sintética, también conocida como carne cultivada o carne in vitro, se produce a través de un proceso de cultivo celular que implica tomar células animales y hacerlas crecer en un entorno controlado para desarrollar tejido muscular. Este método elimina la necesidad de criar y sacrificar animales, pero sin embargo cuenta con numerosos detractores que ven en la carne sintética una grave amenaza.
La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) y la OMS (Organización Mundial de la Salud) han detectado 53 peligros en la carne cultivada en laboratorio. En un informe publicado conjuntamente por ambas instituciones denominado “Aspectos de seguridad alimentaria de los alimentos de origen celular” citan peligros como la contaminación con metales pesados, microplásticos y nanoplásticos, alérgenos, contaminantes químicos, compuestos tóxicos, antibióticos y priones. El informe consta de 134 páginas y está basado en una amplia bibliografía científica. En este enlace puedes descargar el informe (en inglés).
La carne inyectada, una estafa para el consumidor
¿Alguna vez has notado al poner carne en la sartén que desprende mucha agua? Ese agua se agregó a la carne de manera artificial con el objetivo de incrementar su peso. En algunos casos el porcentaje de agua ha llegado a alcanzar hasta el 50% del peso total de la carne. Inyectar agua en la carne es una práctica demasiado habitual que supone una estafa para el consumidor. En muchas ocasiones el agua se mezcla con sodio y fosfatos, lo que puede suponer un riesgo para la salud de los humanos que más tarde consumirán esa carne. El sodio en exceso permite que las células de los animales retengan mayor cantidad de líquido y a su vez el fosfato provoca la apertura de las proteínas para que acceda una mayor cantidad de líquido entre las fibras.
La alimentación ecológica, clave para un futuro sostenible
La alimentación ecológica se presenta como un pilar fundamental en el futuro de la humanidad por razones cruciales. En primer lugar, promueve prácticas agrícolas sostenibles que conservan la biodiversidad y protegen los ecosistemas. Estos métodos evitan el uso de pesticidas y fertilizantes químicos, reduciendo la contaminación del suelo y del agua, lo que es vital para la preservación de nuestro planeta.
Además, la alimentación ecológica fomenta la salud humana al ofrecer alimentos libres de residuos tóxicos y, en todos los casos, con un mayor contenido nutricional. Está vinculada a la reducción de enfermedades crónicas como la diabetes y la obesidad, lo que no solo mejora la calidad de vida, sino también disminuye la presión sobre los sistemas de salud.
Otro aspecto crucial radica en su contribución a la mitigación del cambio climático. Los métodos agrícolas ecológicos capturan más carbono en el suelo y utilizan prácticas que reducen las emisiones de gases de efecto invernadero, siendo una herramienta poderosa para enfrentar esta crisis global.
Finalmente, la alimentación ecológica apoya a los pequeños ganaderos y agricultores, fomentando economías regionales y empoderando a las personas para que tomen decisiones alimenticias más conscientes y éticas. En resumen, adoptar una dieta ecológica no es solo una elección personal, es una inversión en un futuro sostenible para toda la humanidad.
Granjas San Antonio quiere desempeñar un papel protagonista en este nueva era donde la alimentación ecológica, y en concreto la carne de cerdo ecológico, va a ser sin duda un alimento esencial.